El gran desafío de la humanidad, en la era de las tecnologías (1)

Prologo del libro

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El trabajo que tengo el honor de presentar  más que un texto informativo –que lo es- es un desafío al pensamiento convencional y se constituye  un instrumento valioso  para pensar. Pero lejos de promover un pensamiento lineal  como todo ensayo de anticipación implica un complejo juego de bifurcaciones, puntos de inflexión y una tensión constante entre pasado y futuro.

La primera cuestión que  me abre a la reflexión personal es: ¿Dónde estaba cuando cayó el muro de Berlín? Mi respuesta, salvando lo personal vale por que puede ser generaliza. En los primeros días de noviembre de 1989 me encontraba participando de un seminario sobre procesos comparados de integración Europa –América Latina, en Madrid. Cerca de dos centenares de académicos, políticos, de ambas regiones debatimos extensamente sobre similitudes, diferencias de los procesos históricos y sobre el mundo por venir. Todos participaban de la idea de un futuro descongelamiento de la situación de conflicto permanente de la guerra fría, pero ninguno hubiera podido imaginar que sólo una semana después se abriría el muro que separaba dos concepciones del mundo.

He encontrado pocas explicaciones sobre las posibles causas que llevaron al liderazgo socialista a abandonar la confrontación. Estudios posteriores me llevaron por el camino de los acuerdos de Helsinki a mediados de los 70`s, al rol de iglesia católica en la Europa Central y del Este tras la elección de Juan Pablo II y finalmente al impacto del escalamiento tecnológico de los sistemas de armas con la apuesta de la iniciativa de Defensa estratégica de Ronald Reagan a comienzos de los 80`s conocida también como la guerra de las galaxias.  En esta conjunción de nuevas percepciones de los problemas sociales, políticos, religiosos y tecnológicos puede estar la respuesta.  De ellas, esta apuesta (un bluff en su momento) implicaba importantes programas de investigación en física de alta energía, computación y supercomputación, materiales avanzados, financiados por las usuales fuentes de financiación y de otras disciplinas científicas y de ingeniería críticas; que se pensó era políticamente más viable financiarlo dentro del presupuesto de defensa. Investigaciones que podrían haber sido replicables desde el campo soviético, pero con un costo social incomparablemente más alto por carecer de una estructura que permitiera el uso dual de los desarrollos militares y su incorporación al mercado, generando nuevos recursos.

Los cierto es que las consecuencias de la finalización del conflicto mundial, trajo muchas y diversas consecuencias. Una de ellas y de no menor importancia, fue el agotamiento de los sistemas ideológicos que alimentaron durante décadas el conflicto entablado entre las grandes potencias.  Una mala lectura de Hegel llevó a la proposición del fin de la historia, ignorando que el conflicto es tan propio de la naturaleza humana como la colaboración.

La consecuencia más trascendente de la nueva situación fue la emergencia de la globalización facilitada por una nueva infraestructura tecnológica basada en las TICs,  y por la instalación de fuertes tendencias operaron como tendencias disruptivas del panorama internacional convencional.  Lo que aceleró la transición de la sociedad industrial a la sociedad de la información y más inmediato, a la sociedad del conocimiento.

La aceleración de la historia, la crisis de los estados nacionales y la pérdida de relevancia de las distancias,  se manifiestan en el plano teórico, con un déficit de pensamiento, análisis y debate en particular en el campo político. La preeminencia de las tecnologías no se funda en realizar mejor y más eficientemente el trabajo humano, ni en el diseño de nuevos productos y servicios que faciliten nuestra vida, sino que trascendiendo el diseño de la sociedad avanza sobre el diseño de la propia vida. Como resultado la tentación de sustituir las ideologías por las tecnologías, no parece desproporcionado.

En la generación de nuevas tecnologías, en tanto instrumento, hay una razón que las justifica, pero no  se verifica  una relación directa entre estas  y alguna de las tantas necesidades humanas, sino que la misma esta mediada por el mercado. Lo cierto es que el mercado dista de ser una identidad abstracta con leyes inmanentes al que el hombre racional está obligatoriamente subordinado. Es una estructura compleja que supone información, intereses, incentivos, financiamiento, y dentro de un esquema empobrecido de valores, donde no hay lugar para la justicia social ni la equidad.

El trabajo de Alejandro Madruga constituye un extraordinario esfuerzo en desentrañar nuevas conformaciones de mentalidades, intereses y potenciales consecuencias de nuevos operadores de la escena global, para muchos científicos sociales todavía inadvertidas.  Su explicación de la naturaleza humana como una criatura bio-psico-social, incluyendo como cuarta característica constitutiva la tecnología me parece de importancia sustantiva. Tan válida como la percepción del riesgo que implica la capacidad de las tecnologías para incrementar su inteligencia y autonomía. Situación esta recientemente advertida por destacados científicos y líderes sociales, al advertir sobre las amenazas implícitas en el desarrollo de la inteligencia artificial.

Dr. Miguel Ángel Gutierrez
Director del Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva

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